Slim y la ‘letra chiquita’ de su aplauso para López Obrador


Así que tal vez López Obrador debiera moderar el entusiasmo, porque las sonrisas en la mañanera de ese martes no fueron muy sinceras. Aplaudirán mientras les sea útil. Y guardarán las manos cuando llegue el momento de sacarlas

Por Alberto Nájar

Andrés Manuel López Obrador parecía feliz, como pocas veces desde que asumió la presidencia de México. A unos pasos el magnate Carlos Slim elogiaba su gobierno. En sus objetivos principales –austeridad, combate a la corrupción e impunidad- “todos estamos de acuerdo al 100 por ciento”, decía.

Y fue más allá. Con una sola frase echó por tierra uno de los principales argumentos de los opositores: el pobre desempeño de la economía bajo el régimen de la Cuarta Transformación (4T), promovida por el presidente desde que alcanzó el gobierno el 1 de diciembre pasado.

“Estoy convencido que vamos a crecer bien y pronto”, dijo Slim, en una especie de parábola de AMLO (siglas del presiente) en las conferencias de prensa mañaneras.

“Este año no sé si crezcamos o no crezcamos, creo que es intrascendente, lo relevante es que hay un potencial y grandes posibilidades de crecimiento”, puntualizó.

Por eso la alegría visible del presidente, quien se atrevió a pedir aplausos a los periodistas.

No es para menos. En una hora de conferencia de prensa, pero sobre todo en la foto al final del encuentro con Slim y el presidente del Consejo Mexicano de Negocios (CMN), Antonio del Valle aplaudiendo a su lado, López Obrador desmontó la parte medular de una bien coordinada estrategia de sus opositores:

Hacer creer que los empresarios, pero sobre todo los grandes inversionistas, no creen en su gobierno.

La escena ocurrió temprano el martes 27 en Palacio Nacional, cuando se anunció un acuerdo para mantener la construcción de gasoductos para abastecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Horas después del encuentro calificadoras como Moody´s –severa crítica de AMLO- elogió el convenio. Los opositores algo balbucearon en Twitter.

Un buen momento para López Obrador, cercana la cita de su primer informe de gobierno. Pero como en todos los contratos, sobre todo si se firman con Carlos Slim, hay que leer la letra chiquita.

Y en este caso es importante saber cómo y por qué se llegó a la foto en Palacio Nacional.

En la contienda electoral de 2018, como antes en 2012 y 2006, varios de los mayores empresarios del país hicieron campaña contra el candidato López Obrador.

AMLO les llamó “minoría rapaz” y les acusó de secuestrar al gobierno. Los aludidos financiaron estrategias de desprestigio, como la serie de televisión Populismo que recientemente fue sancionada por violar la ley electoral.

Después de la impresión por el resultado electoral del 1 de julio de 2018, algunos recuperaron aliento y emprendieron una nueva campaña de críticas.

Tuvieron un momento estelar con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México. Pero conforme se acercaba la toma de posesión de López Obrador como presidente, la oposición empresarial empezó a perder fuerza.

Dejó de sentirse la presencia de los más ricos, agrupados sobre todo en el CMN. Una muestra fue la selección de AMLO para integrar a su consejo asesor empresarial.

Y la deserción fue más evidente cuando, tras el anuncio de construir la refinería de Dos Bocas o la millonaria inversión de recursos fiscales a la estatal empresa petrolera Pemex prácticamente la única oposición visible en el sector privado fue la de Coparmex, la Confederación Patronal de la República Mexicana.

El organismo reúne a empresarios ricos, pero no tanto. Muchos de los integrantes son, inclusive, empleados de los milmillonarios del país.

Nada raro. Los verdaderos dueños del capital en México, esos cuyas fortunas concentran 64 por ciento de la riqueza del país, decidieron pactar con el presidente.

Y no es porque una mañana despertaron convencidos de la 4T. De hecho pocos ven viables los proyectos del presidente, sobre todo la refinería en Dos Bocas o el rescate de Pemex.

Pero sí entendieron que es más caro pelearse con el gobierno. Sobre todo porque en su modelo de riqueza necesitan de los contratos públicos.

Una pragmática medida como lo han hecho siempre. Así que tal vez López Obrador debiera moderar el entusiasmo, porque las sonrisas en la mañanera de ese martes no fueron muy sinceras.

Aplaudirán mientras les sea útil. Y guardarán las manos cuando llegue el momento de sacarlas para otro.

Este artículo fue originalmente publicado por Pie de Página, un proyecto de Periodistas de a Pie . IPS-Inter Press Service tiene un acuerdo especial con Periodistas de a Pie para la difusión de sus materiales.

Vía Pie de Página


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