El Mencho, El Mayo” Zamabada, y El Marro son los Narcotraficantes más buscados ¿Cómo han logrado escapar de la justicia?


Los principales capos de distintas organizaciones criminales siguen gozando de total impunidad. Aunque las autoridades están a su acecho, son muy pocas las pistas sobre ellos.

Ismael “El Mayo” Zamabada, “Jefe de Jefes”

El capítulo final en la prolija historia de Joaquín “El Chapo” Guzmán empezó con una afirmación: el capo mexicano no era en realidad quien había movido los hilos del Cártel de Sinaloa todos estos años, sino que el poder detrás del trono ha sido su socio y compadre, Ismael Zambada García, un hombre de más de setenta años dedicado al tráfico de drogas ilegales sin haber pisado nunca una cárcel.

Alias “El Mayo” es un narcotraficante poco famoso a nivel nacional. Se inició en dicha industria de la mano de Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Jefe de jefes” quien, ya en prisión, organizó una reunión con sus principales allegados a fin de asignarles a cada uno el lugar del país en el que trabajarían de ese momento en adelante.

Durante años, dicha división fue considerada la génesis a partir de la cual el Cártel de Sinaloa trabajaría. Sin embargo, a principios de los noventa, varias de las plazas declararon su autonomía. Así fue que “El Chapo” y “El Mayo” construyeron junto a sus familias una de las organizaciones criminales más afamadas de los últimos años.

Bajo esa lógica, la copla fue creciendo hasta que en enero de 2016, Joaquín Guzmán Loera fue capturado por el gobierno mexicano.

En cambio, “El Mayo”, libre hasta el día de hoy, es poseedor de un poder especial, pues si “El Chapo” sorprendió por fugarse de prisiones de máxima seguridad ¿que debería pensarse de aquel capo que nunca ha pisado la cárcel, sigue con vida y está activo en el narco?

Según expertos en narcotráfico como el periodista Diego Enrique Osorno, la libertad del capo mexicano la ha logrado a partir de factores como el respaldo del pueblo, las limitadas apariciones públicas, la ruta del tráfico de drogas, y su complicidad con el gobierno y las autoridades de seguridad.

Este último punto ha sido vital para evitar las cacerías en su contra. La cooptación de las autoridades de Sinaloa por parte de la organización del Mayo se ha dado como un hecho de facto durante varios años, peros sus vínculos con autoridades a nivel nacional no se empezaron a documentar tanto como sucedió durante el sexenio de Felipe Calderón.

En ese periodo, el hijo del Mayo habría mantenido reuniones con altos mandos del Ejército, empezando por el general Humberto Antimo Miranda. Antes, con el general Roberto Mirando, jefe del Estado Mayor Presidencial durante el gobierno de Ernesto Zedillo y con Marco Antonio de León Adams, ex miembro de la guardia del presidente Vicente Fox.

En diversas formas, los funcionarios han rechazado las acusaciones en su contra. Hasta ahora, la periodista Anabel Hernández declaró que “El Mayo” habría creado un imperio empresarial a través de contratos con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Golpe de Timón vs. José Antonio Yépez, “El Marro”

De una forma mucho menos sofisticada que la del capo de Sinaloa, José Antonio Yépez, “El Marro” ha logrado escapar de las autoridades mexicanas.

El hombre, identificado como líder del Cártel Santa Rosa de Lima, se ha convertido uno de los criminales más buscado por los elementos de seguridad.

El pasado 4 de marzo, el gobierno de Guanajuato, con apoyo de las fuerzas federales, lanzó una ofensiva (Golpe de Timón) contra dicha célula criminal para combatir el robo de combustible en la región central de México.

Desde entonces, en el estado del Bajío, la confrontación entre las fuerzas de seguridad y miembros del grupo criminal ha ido en aumento y sin ningún resultado positivo.

La protección a Yépez Ortiz ha sido violenta, pues en distintos hechos, sicarios del cártel han iniciado narcobloqueos y tomado como rehenes a pobladores de la región.

La prensa mexicana también ha retratado que entre sus métodos para escabullirse de las autoridades se encuentran los narcotúneles. Hace nueve meses, El Marro logró escapar a través de una serie de túneles que conectaban cuatro propiedades en la zona. Hasta ahora, el Gobierno no tiene pistas de su ubicación.

El incapturable Nemesio Oseguera, “El Mencho”

Todavía es un misterio lo que sucedió entre la madrugada del día 25 y la noche del 26 de agosto de 2012. Durante esas horas, los sitios de noticias mexicanos comenzaron a difundir información sobre una operación de fuerzas federales en municipios de Jalisco, bloqueos en distintos puntos del estado y enfrentamientos con grupos criminales.

De pronto, un rumor se convirtió en noticia: Nemesio Oseguera, “El Mencho”, líder del entonces emergente Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), había sido detenido en el municipio de Zapopán.

La prensa quiso dar santo y seña de su aprehensión y hubo la versión de que la Marina sorprendió a “El Mencho” en una residencia del exclusivo fraccionamiento Colinas de San Javier, ubicado en el municipio de Zapopan.

Después se afirmó que policías federales lo habían aprehendido en el municipio de Tonaya, en la sierra de Jalisco, al cabo de un duro enfrentamiento.

En las horas siguientes, las autoridades federales y estatales ni confirmaron ni desmintieron las versiones. Pero sí reportaron bloqueos, enfrentamientos y el incendio de vehículos en distintos puntos del estado.

También hubo detenidos que presentaron las fuerzas federales. Pero entre ellos no estaba “El Mencho”, un narcotraficante que entonces ya tenía precio.

Sólo en aquel año de 2012, las autoridades federales estuvieron a punto de detener al Mencho en tres ocasiones. La primera en marzo, luego en agosto y después en septiembre. El narcotraficante siempre escapó.

Desde entonces, comenzó a correr una versión: autoridades del estado de Jalisco brindaban protección al CJNG y su líder. Denuncias de policías, mantas y comunicaciones vía internet de grupos de la delincuencia apuntaban hacia el entonces secretario de Seguridad Pública de Jalisco, Luis Carlos Nájera.

Había desconfianza del gobierno federal hacia las autoridades estatales, que recurrentemente se quejaban de que las fuerzas federales no informaban de sus operaciones en el estado.


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