Oaxaca se volverá un desierto por el cambio climático


En los próximos años Oaxaca se convertirá en tierra yerma por la reducción de las precipitaciones pluviales y el aumento de la temperatura máxima, lo que generará graves problemas a la población, reconoce el Programa Estatal de Cambio Climático de Oaxaca 2016-2022.

Algunos pobladores ya han notado los cambios, muchos hablan de que anteriormente llovía más en sus comunidades.

El documento que establece las políticas públicas para atenuar los efectos del cambio climático en la entidad, cita que la población, infraestructura, patrimonio natural, sistemas productivos y económicos se encuentra en muy alto riesgo ante los eventos climáticos.

“Entre 2013 y 2017, la población rural, pueblos y comunidades indígenas y pueblo afromexicano; los sectores carretero, residencial, e hidráulico, fueron los más afectados. Con base en el análisis de la vulnerabilidad actual y futura, los 570 municipios que conforman el estado y su población, se encuentran expuestos a algún tipo de riesgo ante eventos hidrometeorológico y 475 presentan riesgo alto y muy alto a algún de estos fenómenos”.

Apunta que de acuerdo a los escenarios de cambio climático, en los próximos 24 años, la entidad presentará en todo el estado mayor aridez, por una disminución significativa en la precipitación pluvial y aumento de la temperatura máxima. La lluvia media anual (que actualmente es en promedio de 1,105 milímetros anuales) se reducirá en el futuro cercano (2015-2039) en 6 por ciento y en el lejano (2075-2099) un 2 por ciento más.

En cuanto a la temperatura, los datos históricos muestran un aumento gradual de la temperatura media (0.02 por ciento) y máxima promedio (0.03 por ciento), y una ligera reducción para la temperatura mínima (-0.01 por ciento), lo cual se podría percibir como veranos más calurosos e inviernos más fríos. “En el futuro cercano, se pronostica que la temperatura incrementará al menos 2°C para la mayor parte del estado”.

Asevera que estas condiciones climáticas podrían derivar en aumento de la escasez de agua, lo que tendría como consecuencia: afectación a la población en el consumo de agua para uso humano; afectación de la actividad agrícola, al menos el 90 por ciento es de temporal, con repercusiones en el decremento de la producción en la agricultura de subsistencia; y afectación y baja producción en las actividades ganaderas.

Así como aumento del estrés hídrico de la flora y fauna de los ecosistemas naturales, incremento y mayor frecuencia de incendios forestales, incremento y mayor dispersión de plagas, y mayor dispersión de vectores de transmisión como: dengue, paludismo, zika y chikungunya.

Agrega que por otro lado, el calentamiento del Océano Pacífico, en la zona de la corriente del Niño, podría provocar una mayor frecuencia e intensidad de ciclones para México, como las que se originaron durante 2015. En ese año hubo la formación simultánea de tres huracanes categoría 4 en el Océano Pacífico y el huracán Patricia, cuyos registros de la intensidad de sus vientos resultaron ser inéditos.

“La mayor frecuencia de estos eventos podría provocar lluvias intempestivas extremas generando cambios más drásticos en la variabilidad climática de Oaxaca, pues la corriente del Niño prolonga los periodos de sequía en el sur de México y se podrían presentar, repentina y aleatoriamente, lluvias extraordinarias de gran magnitud en cualesquiera de las regiones, ocasionando daños como los de la última década”.

El documento subraya que la adaptación propone medidas para afrontar las condiciones climáticas, la reducción de riesgos y prevención de desastres.


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