En dicho contexto, el 29 de enero de 1994 Chávez llegaba al MGM de Las Vegas con un récord invicto de 89 victorias para enfrentar a Frankie Randall, quien logró vencerlo; su primera derrota, un hecho que marcó al multicampeón mundial.
Desde ese acontecimiento, Chávez pausó su carrera y después de un año decidió hacer un viaje por Europa, donde visitó Roma. Ya en la capital italiana, el boxeador pidió a la comitiva que le acompañaba conocer al entonces Papa Juan Pablo II, en una reunión privada.
Chávez asistió al Vaticano para charlar con Juan Pablo II, y en esa visita, el pugilista le pidió al Papa que le mostrara su habitación, y dentro, le solicitó permiso para pasar al baño, en donde según se relata en “Julio César Chávez: La verdadera historia”, una biografía de César hecha por su hermano Rodolfo, el boxeador habría inhalado cocaína.
“Discúlpame, Diosito -se dijo entre dientes- perdóname”, habrían sido las palabras de Chávez antes de drogarse, según la narración.
“Mi hermano sacó de su pantalón un papel que envolvía cocaína, la distribuyó sobre el mármol del lavado para después inhalarlo, dejando completamente limpia el área del lavamanos. Julio jaló la palanca del excusado para que pensaran que entró al baño por otra cosa. Volvió con Juan Pablo II y pasaron a otro recinto del Vaticano”, señala el libro.
Con información de Marca