Vendedores en ferias y fiestas patronales ofrecen trabajo a cambio de comida


Vendedores en ferias y fiestas patronales están sin trabajo y se han visto obligados a tomar una decisión difícil: poner en venta su fuente de trabajo.

“Nunca, nunca en nuestra vida habíamos hecho algo como esto. Pero el poquito (de dinero) que teníamos ya se acabó”, dice Ernesto Vicente, quien durante toda su vida se ha dedicado a trabajar en las ferias y fiestas patronales con sus juegos mecánicos, pero desde hace dos meses está sin trabajo y se ha visto obligado a tomar una decisión difícil: poner en venta su fuente de trabajo.

En esta situación viven alrededor de 500 familias de municipios de los Valles Centrales y que, por tradición familiar, se dedican a la renta de juegos mecánicos en las festividades públicas; además de otras familias que trabajan para ellos. Lo mismo padecen los ferieros del resto de las regiones de Oaxaca.

Ernesto Vicente camina entre los vehículos que circulan en una de las principales vías de la capital frente a una tienda comercial, carga una cartulina y un bote de aluminio. En la cartulina ofrece a los automovilistas servicios de carpintería, albañilería, herrería y flete; el bote es para pedir una moneda como apoyo.

Junto a él, otros ferieros realizan la misma actividad y venden dulces o refres cos y agua embotellada. Atrás de ellos, una carpa en la que sus familias, esposas e hijos, se resguardan de la sombra y mantienen un centro de acopio de víveres. Sus juegos mecánicos y vehículos están estacionados, algunos con el signo de pesos.

Centros de acopio similares a este se distribuyen por toda la ciudad y municipios conurbados. En este, 35 familias son las que solicitan el apoyo de la ciudadanía; su principal solicitud de apoyo es productos alimenticios a cambio de trabajo.

“De alguna forma u otra tenemos que llevar el sustento a la casa, pero que todo sea por la vía legal. Es tanta nuestra necesidad que estamos vendiendo nuestra fuente de trabajo: los jueguitos, camionetas, etcétera, porque no me quiero morir de hambre, yo quiero trabajo, ya buscamos por mucho lados y nadie nos apoya”, dice.

Para Ernesto Vicente, además, es una lucha constante por su salud. Cada 15 días debe adquirir medicamentos que le cuestan entre 500 y 700 pesos: “Esta situación es un golpe duro para nosotros”, agrega.

Iván Mora, un joven que también desempeña esta actividad, precisa que son dos meses que se encuentran sin trabajo. Son familias, dice, que se dedican a las ferias en los Valles Centrales.

Los primeros eventos que les cancelaron a causa de la emergencia sanitaria fueron los Martes de Brujas, en Santa Cruz Xoxocotlán; después, les siguió la cancelación en las Plazas de España, en Ocotlán de Morelos, y finalmente le siguieron las fiestas patronales en los distintos municipios de la región.

“La fiesta del quinto viernes en Etla, ya estábamos armados para trabajar, habíamos hecho gastos, estábamos listos e instalados; dos días antes las autoridades nos pidieron retirar los juegos mecánicos. Obedecimos las órdenes y nos retiramos, pero nosotros no tenemos otro ingreso”, lamenta.

Cuando se les acabó el dinero que tenían ahorrado, hicieron un movimiento en el parque Madero para llamar la atención del gobierno estatal y solicitar apoyo, ante la difícil situación que enfrentan.

Pero la respuesta, dice Ernesto Vicente, fue sarcástica: “Llegaron unas personas de Economía que nos dijeron que no nos conocían (…) Para el gobierno no existimos, mientras no estemos registrados en Hacienda, por eso cuando nos ignoraron, para ellos somos comerciantes informales”.

Afortunadamente, menciona, han recibido el apoyo de algunas asociaciones civiles, que les han donado artículos de despensa, al igual que de la Policía Federal; también, han realizado algunos trabajos de fletes o herrería a cambio de productos de la canasta básica.

Iván Mora dice que, para ellos, la crisis no terminará en julio cuando se levante la cuarentena, analiza que es probable que se prolongue hasta enero o febrero del próximo año. Por eso, sostiene que estar en la calle solicitando trabajo, pidiendo una moneda o víveres no es un reto a las autoridades ni a la pandemia, es la necesidad la que los obliga a salir.


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